Empieza por ponerte cómodo/a en un lugar tranquilo donde nadie te moleste y tómate unos minutos para concentrarte en tu respiración, cierra los ojos, toma conciencia de cualquier tensión en tu cuerpo y deja que esa tensión disminuya con cada exhalación.

Imagina un lugar en el que te sientas tranquilo/a, en paz y seguro/a. Puede ser un lugar en el que ya has estado, un lugar con el que sueñas, un lugar del que has visto una foto o simplemente un lugar tranquilo que puedes crear en tu mente.

Mira a tu alrededor en ese lugar, fíjate en los colores y las formas. ¿Qué más notas?

Ahora fíjate en los sonidos que te rodean, o quizá en el silencio. Los sonidos lejanos y los más cercanos. Los más perceptibles y los más sutiles.

Piensa en todos los olores que percibes allí.

Después, concéntrate en cualquier sensación que tengas en la piel: el suelo bajo tus pies o cualquier cosa que te sostenga en ese lugar, la temperatura, cualquier movimiento del aire, cualquier otra cosa que puedas tocar.

Observa las sensaciones corporales agradables mientras disfrutas de tu lugar seguro.

Ahora, mientras estás en tu lugar tranquilo y seguro, puedes decidir ponerle un nombre, con una palabra o frase que podrás utilizar cuando quieras recuperar esa imagen, siempre que la necesites.

Puedes quedarte allí un rato, simplemente disfrutando de la paz y la tranquilidad. Puedes marcharte cuando quieras, sólo tienes que abrir los ojos y tomar conciencia del espacio en el que te encuentras.